17/10/08

Judith Scott



El arte está lleno de historias raras y, algunas, trágicas. Hay casos como el de Adolf Wölfli, pero también hay historias como la de Judith Scott.

Ella y su gemela Joyce nacieron en 1943. Judith era sorda y con síndrome de Down. Al crecer las niñas, los problemas de Judith se hicieron cada vez más obvios, por lo que la diagnosticaron erróneamente como un caso de retraso mental. A la edad de 7 años la institucionalizaron en un centro para gente con problemas mentales, ya que no había forma de que gente con esos problemas tuviera acceso a algún tipo de educación especial. Por 30 años estuvo recluída, extrañando a su gemela y sin que nadie se diera cuenta de que era sorda.

Un día, en 1985, Joyce Scott se dio cuenta de que podía estar más cerca de su hermana si conseguía su potestad legal. Al lograr ésto, la llevó a California, estado en el cual hay la opción de programas educativos para gente con "problemas" de ese tipo.

En 1987 empieza a tomar cursos en un centro de desarrollo creativo. Es obvio que tenía un talento inusual, tomando especial interés en el arte en base a fibras. Comienza una carrera artística que nadie hubiera creído. Hoy en día, sus piezas logran recaudar hasta 150 mil dólares en subastas.

Los médicos esperaban que viviera sólo hasta los 11 años de edad. En lugar de eso, murió en el 2005 a los 61 años de edad, como una artista reconocida, y en compañía de su hermana...




2 comentarios:

Patricia Ibarra dijo...

Hola!!
Muy interesante y triste la historia, recordé la historia de un famoso pintor. Lo malo de la vida, o mas bien de nosotros como seres pensantes es que muchas de las veces valoramos lo que tenemos hasta que se ha ido...y adoptamos eso de "Te amo por que te necesito" y debe ser Te necesito porque te amo!!
Bueno, pss son filosofias e historias de vida.
Me despido
Cuidate mucho
bye.

P.D. Y a te agregue a mi blog!!
No dejes de subir x fa.

Xavier dijo...

Gracias por el link! Yo también te agregué ya... son historias tristes, pero con finales rescatables, si no es que felices, me dan esperanzas...