07/08/11

Nunca he tenido una experiencia sobrenatural. Muy a mi pesar. Creo que una experiencia así ayuda mucho a personas como yo.

Una epifanía. Como los profetas.

Sin embargo, si me han pasado cosas extrañas. Todas tienen una explicación científicamente razonable, pero aún así, al momento dan bastante miedo. Y hay algo raro que no me puedo sacudir.

Cuando mi insomnio recurrente está a todo, sufro bastante de lo que comúnmente llaman "subida de muerto." Esto pasa cuando logro dormir un poco.

Necesita un mejor nombre este fenómeno.

Nunca llegué a acostumbrarme. Sobre todo porque es lo mismo siempre. Generalmente duermo de lado, pero cuando "se me sube el muerto", estoy boca abajo. No me muevo mucho al dormir, tal vez tenga algo que ver la posición.

Y siempre pasaba exactamente lo mismo durante el terrorífico episodio.

Despierto, boca abajo, sólo puedo ver con un ojo, pues el otro está encima de la cama, y no me puedo mover.

Igual hago lo mismo cada vez. Me repito que tranquilo, ya sabes qué es, no pasa nada. Lo investigaste. Por la falta de descanso, terminaciones nerviosas de tu cuerpo no son activadas por el cerebro. Como las extremidades.

Trato de tranquilizarme así. Después llega lo que me provoca un poco de terror.

La respiración.

Claramente escucho a alguien respirando encima de mí. Cada vez que pasaba, contaba mi respiración y la otra se traslapaba y era mucho más profunda.

Salir de esa experiencia casi siempre debería ser de manera gradual, poco a poco regresa la fuerza a las extremidades y se mueven.

Yo no podía. La respiración seguía ahí. Tenía que esperar a que regresara toda mi fuerza y ya después tratar de voltear rápido.

Nunca hubo nada.

Todo esto se lo puedo comentar a un siquiatra y me diría que es un fenómeno normal, causado por el insomnio o el agotamiento o alguna forma de depresión. Todo sería congruente, creo.

Una vez pasó algo, sin embargo, que si me dejó un poco más ansioso de lo normal.

En alguna madrugada, en la antigua casa de mis padres, despierto y abro un ojo. Muerto arriba, no puedo moverme. Ni modo. Comienza el proceso. La respiración llega en el momento esperado.

Mi ojo estaba fijo a la pared de enfrente, frente a ella había una televisión.

Yo prefería ese lado para estas experiencias, pues si yo estaba con la cabeza viendo al lado opuesto, la pared era mucho más cercana y no había nada más que parte de la cama y la pared para ver. Hacia el otro lado por lo menos tenía un poco más de paisaje. Alomejor hacía que todo se sintiera un poco más real. No sé.

De repente, veo que en la pantalla de la tele hay una luz roja y un pequeño murmullo.

El terror era normal. Ver eso convirtió el terror en pánico. Mi corazón no la pasaba bien.

La luz roja empezó a crecer y a hacerse mucho más visible. Empecé a ver una figura aparecer por encima del aparato. Cambiaba de forma y parecía crecer.

Mi parálisis cedía poco a poco. Esta vez si me tenía que levantar. Movía una muñeca. La pantorrilla.

Todo regresaba a la normalidad en mi cuerpo, la respiración extraña lentamente moría y la luz roja se convirtió en naranja. Era fuego, y la luz de las llamas iluminaba la columna de humo que se formaba por encima del televisor.

La fuerza regresó a mis piernas. Me paré y fui al baño, tomé una vieja pecera, la llené de agua y la vacié sobre la parte de atrás del televisor. Por el terror no se me ocurrió lo irresponsable que es el aventar agua sobre un aparato conectado a corriente. Se apagó sin problemas, afortunadamente.

Silencio.

Me senté en la cama un rato. Ni cómo pensar en todo esto. Después abrí las ventanas y me volví a acostar. Pronto amaneció.

Las siguientes veces que ocurría la parálisis, el miedo era menor y no había respiración. Tal vez movimiento alrededor, pero ya no había nadie encima de mi. O las figuraciones de eso, pues.

Hace algunos años probé la ketamina. Tuve una experiencia tan extraña, que aún no puedo escribir sobre ello, ya que no entiendo cómo lo pudiera describir en un texto.

¿Cómo describes lo que sientes cuando alguien que quieres te acaricia? O cuando alguien que quieres igual te da una cachetada con rencor? Todo esto junto y amplificado no podría ni comenzar a describir lo que sentí. Tal vez sólo sea mi incompetencia en cuestión de letras.

Tal vez no pueda describir muchas cosas de esa experiencia, pero si puedo decir que comprendí mucho. No sé cómo, pero entendí muchas cosas sobre mí. Entendí también que las cosas malas pasan y ya. Se escucha tonto, pero eso me molestaba mucho antes y, aún ahora, sigo necio en querer comprender todo. Ahora me satisface un poco más el no saber, pero sigue siendo difícil.

Nunca más volveré a usar la ketamina. La única razón de ello es porque ya no la necesito.

No tuve ninguna experiencia igual de paralísis después de usar la ketamina. Esto lo analicé hasta hace poco.

Todo se siente diferente también. Más tranquilo. Demasiado, a veces me siento muy solo, lo que no pasaba antes.

Mi madre cuenta siempre que yo decía que cada vez que volteaba a un rincón o a una puerta veía una sombra o las piernas de "algo" (yo decía que era un duende) que se escondía rápidamente. No me daba miedo. Era más como un juego, y en esas ocasiones yo ganaba, pues lo descubría.

Seguro no tiene nada que ver, pero a veces pienso que sería bueno que pasara algo raro ahora. De ese estilo.

Es más, imagino un día despertar y que enfrente de mí esté una persona o algo y que esté moviendo la cabeza a manera de desaprobación.

Me pregunta, "¿Qué te pasó?"

A veces me dan ganas de contestarle:

"Te fuiste y se me quitó el miedo."

La verdad es que cada vez más creo que lo que más me gustaría, en esa situación, es sentirme paralizado del terror como antes.

Tal vez eso sea como llevamos nuestra relación y esos sean los "viejos tiempos" para nosotros.

Mejor que la soledad absoluta a esas horas.

16/04/11

Cuando yo era más joven, mucho, vi en una película una escena increíble. Para mi, pues.

En la película, que trata de una familia enorme y es una comedia típica de Hollywood, un niño toma un cesto de basura, se lo pone en la cabeza como si fuera casco y arranca contra la pared más cercana. Después, el niño, algo mareado, se maravilla de lo que acaba de hacer. Lo observa una niña tipo genio y el padre de ésta, con un gesto de desaprobación.

Así quiero un hijo. Alguien que vea un bote de basura y sepa exactamente qué hacer con él.

La gente no entiende al nómada. Hay mucho romanticismo en ello. En levantar tus cosas y moverte. Irte y regresar después de años, más viejo y tal vez con aventuras.

¿Qué viste?

No estás viendo, estás buscando algo que te encuentre a ti.

Antes pensaba que lo que se busca es a alguien igual a uno, pero no. Sería insoportable.

Un trago con alguien así sería deprimente. Si es más joven, verlo con cara de pena por lo que le falta y, si es más grande, ver que nada mejora.

Mejor atravesarse en la calle.

Cómo estás?

Igual.

Bien, sigue así.

Antier me senté en una banca en Coyoacán. Cerca de la iglesia, junto a lo que yo llamaba "La Pirámide", una cosa ahí puesta. Antes te podías subir y jugar ahí. Ya no. No sé por qué no.

Me senté cerca de una banca en la que hace aproximadamente 22 años tuve un pequeño accidente.

Creo que ya he hablado de esto acá. Yo estaba enamorado de una pequeña hippie que vendía incienso. Un día estaba en mi bicicleta y la veía y no vi que se me venía el parque y choqué y di una maroma casi perfecta antes de caer de espalda sobre las jardineras. Se acerca ella y me pregunta si estoy bien.

Fue lo mejor que me pasó en muchos años.

Muchos años hace que yo salí en búsqueda de algo, pero es algo que no sabes ni qué es. Creí ser ermitaño o bohemio, pero no me caen bien.

Después pensé que la fiesta era lo que me correspondía entonces. No estaba tan equivocado, pero no me la paso bien en esos ambientes como tal. Más bien me divierte ver cómo se divierte la gente. El observador. Tengo que tener cuidado porque tengo cara de loco. No observes mucho, de reojo. Después tómales fotos. No, mejor no.

El hacer amigos es un arte. Todos requerimos un nivel camaleónico y algo de empatía para tenerlos. Hay veces que se puede sondear a la gente de más, lo cual hace que tus intenciones ya no sean, vaya, amigables, sino que todo se convierta en un experimento.

Y un día, se te acaban las ganas de experimentar, y sólo te quedas con la confianza y una pequeña sonrisa que irrita a mucha gente, pero hace que mucha gente quiera saber por qué la tienes.

Y no es importante.

Les decía de la banca. Estoy sentado y se acerca un señor cojo, supongo que indigente. Se sienta junto a mí y me pregunta si ya estamos a mitad de mes.

Si, mañana es 15.

Viernes 15?, responde.

Si.

Y Sábado 16?

Si.

Domingo 17?

Si.

El lunes qué es?

18.

Después recita los días del mes con sus respectivos días de la semana.

Nadie trabaja en semana santa?

Pues algunos si.

Cuándo empieza?

Le digo y comienza todo de nuevo.

Se está burlando de mí, claramente, y sabe que no me molesta.

Se aburre y se va.

Recuerdo bien cuando estaba en prepa, yo estaba en el grupo de jazz de la escuela. Tocaba el bajo.

No era muy bueno, pero me gustaba estar en esa clase y me gustaba tocar en vivo, aunque fueran canciones ñoñas. Ya después escuchaba la música que me gustaba en mi casa.

Me gustaba lo que yo tocaba, las líneas de bajo. Walking bass lines. Hasta el nombre es genial.

Seguro las reconocen si escuchan jazz. Son las típicas que van arriba y abajo. Parece que terminan, pero no. Siguen y, después de un rato, es difícil reconocer si siguen subiendo o van bajando. O qué es arriba y qué es abajo. Como algo de Escher. Algo que se ve como que debería de terminar, pero no lo hace. Como un nautilus.

Nah, ese si tiene fin.

Esa sensación. Piensas que es algo visual.

Después ves que no, que lo hueles, que lo saboreas. Algo que tiene un comienzo, pero no termina.

Después consigues estar en un lugar y en una situación en la que estás en eso que admiras tanto. Y te das cuenta de que esa sensación no se quitará mientras tengas conciencia. Y luego te das cuenta de que tu conciencia es una parte muy pequeña de lo que tú eres. Y luego te das cuenta de que sobre lo que estás parado realmente no es el piso. Y luego te das cuenta de que no eres un organismo, eres un conjunto, una colonia, trabajando para algo.

Algo.

Y ninguna parte de ese organismo sabe qué es. O tal vez si, pero si entiende eso, no se tomará el tiempo de hablar contigo. Tal y como no nos tomamos el tiempo de preguntarle a una mosca que qué tal va su día o a un perro que cómo lo trata la vida. Y nuestra conciencia, o lo que se le puede llamar eso, es lo único, dentro de todo ese organismo y esa simbiosis que no existe.

Entonces piensas que debe ser sobrenatural y que todos tienen razón y en realidad tienes ese agujero del tamaño de Dios en tu conciencia según Durant, creo, y que el darte cuenta es el primer paso para rellenarlo, pero sabes que lo que estás experimentando no es real tampoco. Y se pasa todo y te das cuenta de que eso tampoco era la realidad y lo que está pasando ahora no es importante porque recordaste que tienes que estar en algún lugar a las 6 de la tarde. En un banco o algo.

Y te aburres, y te vas.