13/10/09

31

Sigo de 31 años.

Esta vez que estuve en México, encontré unos cassetes.

Verán, hace varios años tenía una grabadora multitrack pequeña y ahí grababa cosas de repente.

De repente no, cuando estaba deprimido.

Son cosas muy extrañas. Ruidos de guitarra. Yo hablando en voz baja y muy enojado.

Para hacer todo más raro, como está grabado en 4 tracks, si lo escuchan en una grabadora normal, 2 de esos tracks se escuchan al revés.

Lo escucho y no recuerdo ya el por qué de mi enojo, pero debió ser algo tremendo, para motivarme a hacer cosas tan tenebrosas.

No, eran tonterías. Cosas de la pubertad.

Recuerdo mis depresiones de adulto, no las de niño.

Seguramente tienen buenos amigos. Es extraño pensarlo, pero son los amigos que te imaginas estarán ahí en el futuro. Jugando dominó los miércoles, ya panzones. Intercambiando historias de la familia, de los hijos y todo eso.

Entonces yo tenía un amigo así, era más joven y, absurdamente (pensaba yo), me pedía consejos y todo eso que haces cuando tienes un amigo más grande. Yo le daba consejos y me lo pendejeaba.

Lo normal.

Y así, un día fuimos a una fiesta. Salimos de la fiesta, el conductor iba borracho, chocamos y se murió.

El que pasen esas cosas traen una carga de culpa fuertísima. La gente muere por pendejadas así diario, pero no por eso dejamos de ser responsables.

Ese hecho, que no tomó más de unas horas, me ha marcado. Últimamente para bien.

Pero al principio no.

¿Por dónde empiezo?

¿Las llamadas de los padres reclamándome y llorando por su hijo?

Ojalá nunca pasen por eso. Me considero una persona fuerte, pero eso sí que sería desquiciante.

Las otras cosas toman menos importancia.

Yo estuve en el hospital un buen rato. El dolor de mi familia de verme en condiciones así.

Tenía novia en ese tiempo. Iba diario al hospital, después me cuidaba diario en mi casa. Jamás he sentido que me quieran tanto. Por supuesto, cuando ya estaba un poco mejor, me porté como un imbécil y troné con ella. De muy mala forma. No maldigo nunca mi suerte con las mujeres porque todavía no pago por esa manera de comportarme.

En fin. Recuerdo bien ir manejando, estar atorado en el tráfico y llorar. Un espectáculo para los coches de junto, seguro. No llorar, berrear. En forma.

Recuerdo ir con una siquiatra y contarle que sabía que había sol afuera, pero no lo sentía y veía todo sin color, como si estuviera nublado. Me veía con pena, con la cabeza ladeada. Los siquiatras no deben hacer eso. Tomen nota, si son siquiatras.

Entonces decidí moverme. A Aguascalientes. No conocía a nadie ahí, perfecto. Renté un departamento sin amueblar y me encerré un rato. Sin entrar en detalles, fue extraño.

Recuerdo un día que salí a comprar comida. Llevaba un rato sin salir de el departamento y me dio pena hablar con el tendero. Bajé la mirada y contesté tímidamente. No sé si somos tan sociales como se piensa.

Al final, como siempre me pasa, después de un tiempo conocí a gente increíble ahí. Me enrolé en la UAA en Letras y conocí a amigos que sólo han desaparecido por las distancias. Sin embargo, mis prospectos de trabajo se acabaron ahí y era tiempo de partir otra vez. No me molestó mucho, ya estaba mejor, pero había otras cosas que pensar y el moverse es genial para obtener otras perspectivas.

Total, acabo en Los Cabos. Hablo pestes de allá y la gente piensa que me fue muy mal, pero no es verdad.

Mi padre ya era medio conocido ahí, lo cual me abrió muchas puertas. En cuestión de trabajo, responsabilidades y compensación económica, fue la mejor época.

No me gustaba mi trabajo, pero si me gustaba algunas cosas que debía hacer por él.

Conocí también ahí a una mujer con la que viví un rato. Viéndolo objetivamente, no nos fue bien, pero no se puede hacer eso con esas cosas. Ella y yo sabemos bien que los dos estábamos deprimidos y que nos ayudamos mucho.

Fue la última novia que tuve. Me prometí que la siguiente vez que tuviera novia, estaría enamorado. Si, así de cursi soy. Venga, pues.

Si no han ido a Los Cabos, vayan. Es un lugar hermoso. Los alrededores son mejores.

Pero. Siempre hay un pero.

Bueno, está lleno de rechazos. Generalizo y me incluyo, obviamente. Sin embargo, la mayoría de la gente joven que llega es porque no se adapta bien a su lugar de origen. Seguro es el caso de la mayoría de los defeños.

Entonces llego allá y conozco a varias personas del D.F. de distintas ocupaciones y todos somos un desmadre. Pero bueno, estás solo y son tus amigos. Es la familia.

La mayoría de los que estábamos allá ya vivimos en otros lugares. Los Cabos es un lugar de paso, es un lugar para sacar algunas frustraciones y conocer gente que está igual que tú. No sólo conocerlos, pero también ver que no somos tan malos. Los inadaptados. Nada más nos tienen que agarrar la onda.

Después de algunos años, los recuerdos que quedan son buenos. Hasta el trabajo era divertido a veces. Recuerdo un par de veces que el topógrafo y yo estábamos trabajando en un terreno que tenía una playa virgen. Los gringos iban mucho a surfear ahí, era un pequeño cabo llamado Punta Perfecta. El topógrafo y yo andábamos entre matorrales, cortándolos con machete, pero también nosotros acabábamos cortados y rasgados. Los surfos veían a un par de hombres con machete salir de entre las dunas. Nos sentábamos con ellos, hablando rudamente y exigiendo que nos dieran comida y cervezas. Los pobres nos complacían. No pasaba de un sustito para ellos. Me la pasaba muy bien con ese topógrafo. Me hacía encabronar cuando me hacía pasar junto a alguna planta que me enronchaba por días, pero así era eso. Las carreras que jugábamos cuando ibamos de regreso al pueblo. Ir en una pickup a 100 kilómetros por hora sobre terracería y derrapando en cada curva es algo que si extraño, por más mala idea que parezca. La adrenalina es buena, según yo.

Y eso es lo que recuerdo ahora. Incluso las experiencias con mi ex. Recuerdo verla dormir y pensar que la quería mucho y que la tenía que cuidar, pero que eso no iba a durar mucho. Recuerdo muy bien acompañarla a reunirse con su madre, a la cual no veía desde hacía ya muchos años. Estar en esas situaciones es bueno siempre, sin importar los detalles. El acabar mal era necesario, porque había mucho cariño, no amor, y no ibamos a terminar si nos comportábamos decentemente.

Total, llegó un día x y decidí irme. A la gente le da tristeza que te vayas de Los Cabos, pero nadie te detiene. Lo experimenté. Es un lugar de paso, como les decía.

Y salí bien de ahí. Empecé a interesarme en las cosas que hago ahora allí. Fue gran terapia y le guardo bastante respeto a ese lugar. No regresaría a vivir, pero si.

Mentira, claro que iría y me la pasaría derrapando por terracerías en una pickup 4x4. Ja.

Los Cabos ha cambiado mucho desde que me fui. Yo llegué cuando aún era un lugar con muchas posibilidades para la gente joven, ya no lo es. El desmadre ya no está bien compensado.

Mientras escribo esto, tengo abierto Facebook en una ventanta también y el chat está activado. Me saluda un amigo de la escuela. De la prepa y eso. No lo veo desde hace como 10 años, y eso porque me lo topé en un restaurante:

-¡Qué onda wey!-

Yo:-¡Qué pedo! ¿Cómo estás?-

-Bien k. Oye wey, has visto las fotos acá de XXXXXXX? ¿Qué no estaba bien rica?-

-Si k. Ya sé. Es una pinche tragedia.- (De la mujer que hablamos era una belleza. Yo recuerdo bien volarme clases para asomarme por la reja mientras ella tomaba natación. Aparentemente, desde que nos graduamos, se dedicó a comer y calculo que pesará como unos 143 kilos ahora. Esta conversación la he tenido con muchos ex-compañeritos).

-Jajaja A huevo. Y qué pex? Cómo estás k?-

-Yo bien, acá en San Miguel y tú?-

-Bien k. Cuando te das una vuelta por acá? te dejo mi tel....etc, formalidades.

Lo que sí es que me hace recordar cuando estábamos en la escuela y nos llevábamos mucho. Él era el clásico galán y yo era el clásico segundón que rondaba porque èl tenía siempre plan el fin de semana y casi siempre involucraba salir con mujeres de buen ver, como dirían. Nos llevábamos porque los 2 jugábamos tenis, el tocaba batería y yo guitarra y vivíamos cerca. Las amistades son menos complicadas de joven.

Extraño jugar tenis. Si me hubieran preguntado hace 20 años que qué quería ser de grande, hubiera dicho tenista o basquetbolista. Tengo alma de atleta, más no cuerpo.

Hablando de eso, y ya que es larguísimo este post, pues les cuento algo más para terminar.

Unas 3 o 4 veces por semana, voy a tirar canastas a un parque que está cerca de mi casa. Cuando me siento bien y hay retas, me animo a jugar partidos de cancha entera con los que están ahí.

Extrañamente me escogen todavía como si fuera de los jóvenes. Es un cumplido. Pequeñas victorias, pues.

Total, estamos jugando y mandan a un chavo como de 18 años a marcarme a mí. No somos muy altos los que estamos ahí y él está casi de mi estatura. Será más alto en el futuro, de seguro.

Se toma el juego muy en serio. No debería de, pero empiezo a jugar más rudo. Le encajo el hombro en el pecho en cada jugada para quitarlo de posición. Y para ver como reacciona. Así soy, perdón.

Entonces tengo un flashback.

Cuando yo era como de la edad de este chavo, iba a unas canchas por Coapa a jugar basquet. En el lugar estaba el típico tipo enorme y que juega muy bien y que es como la superestrella del lugar.

Le decían El Pippen.

Bueno, un día estábamos jugando y él me daba codazos en cada rebote por el cual ibamos. Yo estaba muy enojado, pero medía como 15 centímetros menos. Yo era un chavo y este wey era un hombre.

Como siempre, tuve mi oportunidad de vengarme. Se enfiló a la canasta y yo salté enfrente de él.

Marranamente.

Caímos los dos. Él se levantó, tomó la pelota y me la reventó en la cara. Después de eso, yo ya no sentía nada, pero se me abalanzó y me soltó más puñetazos. Me pegaron en la cabeza, afortunadamente. Medio afortunadamente, pegaba como mula el imbécil y me duraron un buen rato los chichones.

Si no lo detienen, me medio mata. Era un animal. Sentí la potencia del tipo.

A la siguiente semana, regresé con bastante miedo. Afortunadamente, estaba en mi equipo esta vez. Le pasé la bola a él siempre, aunque no fuera la mejor opción. Terminamos bien el juego. Para mi fortuna.

Es poco divertido jugar con hombres cuando estás chavo, por estas situaciones.

Entonces regresemos a San Miguel.

Estamos jugando y yo volteo a ver al chavo y no me detiene la mirada. Lo empujo y aprovecho que ya tengo callo. Si tiene 18 años, cuando el nació yo ya tenía 13 años y el basquet era ya mi pasión.

Pero es buen muchacho y está nervioso. Me empiezo a sentir mal. Entonces le pasan la pelota, me hace una finta, me desplaza con el hombro, tira y encesta. Corremos de regreso y me le emparejo. Se ve preocupado.

"Buen tiro." Le doy una palmada en la espalda. Desde ahí, se empieza a divertir. Lo notan todos y le pasan más la pelota y así. No es malo, cuando deje de crecer y coordine, será buen jugador.

Esa palmada es la que me debió de haber dado el pinche Pippen. No partirme la madre.

En fin.

¿De qué era este post? Ah si, de la depresión.

Mejor hay que pensar como esta frase, que se debe leer en tono sabroso:

"Mientras exista el mambo, olvida el tango y la seriedad..."

Y para cualquier crisis:

3 comentarios:

Emilio dijo...

¡Pinche Pippen!

I used to be Frank the Tank dijo...

hey, cabrón. cuándo nos echamos un tenis?

Nilbia dijo...

cara de sospechosismo:
otra vez mi blog registró un post que no veo publicado aquí! algo de Nine Inch Nails! ves cómo a tu público no lo puedes engañar??