16/04/11

Cuando yo era más joven, mucho, vi en una película una escena increíble. Para mi, pues.

En la película, que trata de una familia enorme y es una comedia típica de Hollywood, un niño toma un cesto de basura, se lo pone en la cabeza como si fuera casco y arranca contra la pared más cercana. Después, el niño, algo mareado, se maravilla de lo que acaba de hacer. Lo observa una niña tipo genio y el padre de ésta, con un gesto de desaprobación.

Así quiero un hijo. Alguien que vea un bote de basura y sepa exactamente qué hacer con él.

La gente no entiende al nómada. Hay mucho romanticismo en ello. En levantar tus cosas y moverte. Irte y regresar después de años, más viejo y tal vez con aventuras.

¿Qué viste?

No estás viendo, estás buscando algo que te encuentre a ti.

Antes pensaba que lo que se busca es a alguien igual a uno, pero no. Sería insoportable.

Un trago con alguien así sería deprimente. Si es más joven, verlo con cara de pena por lo que le falta y, si es más grande, ver que nada mejora.

Mejor atravesarse en la calle.

Cómo estás?

Igual.

Bien, sigue así.

Antier me senté en una banca en Coyoacán. Cerca de la iglesia, junto a lo que yo llamaba "La Pirámide", una cosa ahí puesta. Antes te podías subir y jugar ahí. Ya no. No sé por qué no.

Me senté cerca de una banca en la que hace aproximadamente 22 años tuve un pequeño accidente.

Creo que ya he hablado de esto acá. Yo estaba enamorado de una pequeña hippie que vendía incienso. Un día estaba en mi bicicleta y la veía y no vi que se me venía el parque y choqué y di una maroma casi perfecta antes de caer de espalda sobre las jardineras. Se acerca ella y me pregunta si estoy bien.

Fue lo mejor que me pasó en muchos años.

Muchos años hace que yo salí en búsqueda de algo, pero es algo que no sabes ni qué es. Creí ser ermitaño o bohemio, pero no me caen bien.

Después pensé que la fiesta era lo que me correspondía entonces. No estaba tan equivocado, pero no me la paso bien en esos ambientes como tal. Más bien me divierte ver cómo se divierte la gente. El observador. Tengo que tener cuidado porque tengo cara de loco. No observes mucho, de reojo. Después tómales fotos. No, mejor no.

El hacer amigos es un arte. Todos requerimos un nivel camaleónico y algo de empatía para tenerlos. Hay veces que se puede sondear a la gente de más, lo cual hace que tus intenciones ya no sean, vaya, amigables, sino que todo se convierta en un experimento.

Y un día, se te acaban las ganas de experimentar, y sólo te quedas con la confianza y una pequeña sonrisa que irrita a mucha gente, pero hace que mucha gente quiera saber por qué la tienes.

Y no es importante.

Les decía de la banca. Estoy sentado y se acerca un señor cojo, supongo que indigente. Se sienta junto a mí y me pregunta si ya estamos a mitad de mes.

Si, mañana es 15.

Viernes 15?, responde.

Si.

Y Sábado 16?

Si.

Domingo 17?

Si.

El lunes qué es?

18.

Después recita los días del mes con sus respectivos días de la semana.

Nadie trabaja en semana santa?

Pues algunos si.

Cuándo empieza?

Le digo y comienza todo de nuevo.

Se está burlando de mí, claramente, y sabe que no me molesta.

Se aburre y se va.

Recuerdo bien cuando estaba en prepa, yo estaba en el grupo de jazz de la escuela. Tocaba el bajo.

No era muy bueno, pero me gustaba estar en esa clase y me gustaba tocar en vivo, aunque fueran canciones ñoñas. Ya después escuchaba la música que me gustaba en mi casa.

Me gustaba lo que yo tocaba, las líneas de bajo. Walking bass lines. Hasta el nombre es genial.

Seguro las reconocen si escuchan jazz. Son las típicas que van arriba y abajo. Parece que terminan, pero no. Siguen y, después de un rato, es difícil reconocer si siguen subiendo o van bajando. O qué es arriba y qué es abajo. Como algo de Escher. Algo que se ve como que debería de terminar, pero no lo hace. Como un nautilus.

Nah, ese si tiene fin.

Esa sensación. Piensas que es algo visual.

Después ves que no, que lo hueles, que lo saboreas. Algo que tiene un comienzo, pero no termina.

Después consigues estar en un lugar y en una situación en la que estás en eso que admiras tanto. Y te das cuenta de que esa sensación no se quitará mientras tengas conciencia. Y luego te das cuenta de que tu conciencia es una parte muy pequeña de lo que tú eres. Y luego te das cuenta de que sobre lo que estás parado realmente no es el piso. Y luego te das cuenta de que no eres un organismo, eres un conjunto, una colonia, trabajando para algo.

Algo.

Y ninguna parte de ese organismo sabe qué es. O tal vez si, pero si entiende eso, no se tomará el tiempo de hablar contigo. Tal y como no nos tomamos el tiempo de preguntarle a una mosca que qué tal va su día o a un perro que cómo lo trata la vida. Y nuestra conciencia, o lo que se le puede llamar eso, es lo único, dentro de todo ese organismo y esa simbiosis que no existe.

Entonces piensas que debe ser sobrenatural y que todos tienen razón y en realidad tienes ese agujero del tamaño de Dios en tu conciencia según Durant, creo, y que el darte cuenta es el primer paso para rellenarlo, pero sabes que lo que estás experimentando no es real tampoco. Y se pasa todo y te das cuenta de que eso tampoco era la realidad y lo que está pasando ahora no es importante porque recordaste que tienes que estar en algún lugar a las 6 de la tarde. En un banco o algo.

Y te aburres, y te vas.

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